Ropa de segunda mano: Una solución a los desperdicios textiles

 En Puerto Rico, existe solo una compañía que maneja el reciclaje de telas

Por: Valeria Santos Dávila e Ian M. Acevedo Colón


Una dama ojea ropa en el local de Electroshock en Río Piedras (Ian M. Acevedo Colón)




Ante una pluralidad de opciones de ropa económicas y modernas, y cada vez más alternativas por donde realizar sus próximas compras, vestir “a la moda” se ha vuelto accesible. Tal oferta, sin embargo, se ve alimentada por la creciente moda rápida (“fast fashion”, en inglés), un fenómeno por el que cadenas de ropa utilizan prácticas laborales antiéticas y producen una cantidad exorbitante de residuos textiles, que satisfacen el aumento del consumo.


Cada año, aproximadamente 400 millones de libras de ropa y textiles llegan a los vertederos de Puerto Rico. A tal efecto, decenas de tiendas locales de segunda mano (“thrift shops”, en inglés) buscan cambiar la percepción errada hacia la ropa usada y evitar que desperdicios textiles continúen abarrotando los vertederos de la isla. Tales negocios revenden piezas de ropa usadas y/o confeccionan prendas con textiles reusables para promover la sustentabilidad y sostenibilidad ambiental en una isla que recibe cantidades masivas de ropa proveniente del exterior.


“Somos de los países más consumistas, en comparación con países grandísimos con mayor densidad poblacional”, expresó Cristina Cruz Concepción, directora de Reciclaje y Desarrollo de Puerto Rico Textile Recycling, una empresa que recolecta ropa usada para su exportación y reciclaje. Según la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, en inglés), Puerto Rico “genera un promedio de 5.56 libras de residuos sólidos por persona diarios, comparado con el promedio de 4.91 libras por individuo en Estados Unidos”.


La moda rápida en Puerto Rico


Aunque no es un tema recurrente en el país, los desperdicios textiles consecuentes de la moda rápida conforman un papel protagónico en la problemática de basura en la isla. Según detalla Para la naturaleza, la moda rápida “promueve la idea de que la ropa es un objeto desechable; algo que se usa unas veces y luego se descarta”. Datos publicados en 2019 por la Organización de las Naciones Unidas afirman que la industria de la moda es la segunda más contaminante después del petróleo y “produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos, con las consecuencias [...] en el cambio climático y el calentamiento global”.


Local de Forever 21, en Plaza Las Américas (Ian M. Acevedo Colón)

A consecuencia de la moda rápida en Puerto Rico, según PR Textile Recycling, el 85% de los textiles desechados llegan a los vertederos y solo un 15% es reciclado. Tal proporción, determinó la EPA en 2021, se refleja más allá de los desperdicios textiles: en el país, los índices de reciclaje son bajos, con aproximadamente menos del 10% de los desperdicios sólidos desviados.

La ropa de segunda mano “no solamente [ayuda] para tener una [buena] calidad de vida y para poder crear trabajo, sino que también es beneficiosa para la misma isla”, explicó Sandrimar Aponte Maldonado, propietaria de Bastidor Puerto Rico. “Sabemos que Puerto Rico tiene problemas de vertederos que han cerrado. Todo ese textil que no se rehúsa o no se mueve de alguna forma va al vertedero, y eso crea un problema que hay que atender”, añadió. Un exceso de desperdicios sólidos en Puerto Rico ha causado que 12 de los 23 vertederos operantes en la isla continúen abiertos pese a órdenes de cierre del gobierno federal. Expresiones del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) confirmaron que siete de ellos están próximos a clausurar. Iniciativas que promueven las tiendas de segunda mano, como la confección de ropa con materiales orgánicos de rápida descomposición, resultan esenciales para disminuir el exceso de basura y contaminación en los vertederos. 


La segunda mano


Negocios de segunda mano como Bastidor Puerto Rico, D’Occassion Boutique, Paradeigma, Electroshock, entre muchos otros, conforman parte de la solución a la problemática de desperdicios textiles. Además de esto, intentan modificar la narrativa de que la ropa usada no es de calidad.


Cada una de estas tiendas emplea métodos particulares para desinfectar y preservar las piezas que reciben. Por su parte, Aponte Maldonado cuenta cómo limpia sus piezas mediante una lavadora para luego secarlas al aire libre bajo el calor del sol.


Local de D'Occasion Boutique en la Plaza del Mercado de Caguas (Ian M. Acevedo Colón)

“Aunque hay piezas que con el sol puede que cambien de color, las contemporáneas no le pasa eso porque tienen otros procesos químicos, y secarlas al aire también les elimina malos olores”, argumentó Aponte Maldonado, quien además solo lava ropa a mano cuando es vintage (antigua).

Asimismo, Aponte Maldonado lamentó que la ropa confeccionada con materiales químicos y contaminantes es la más concurrente tanto en la tiendas convencionales como en las de segunda mano. “Lamentablemente –esto es algo que no es tan positivo– la mayoría de la ropa actualmente está hecha de poliéster. Algunas son 50% poliéster y 50% algodón o rayón o nylon, que son telas fabricadas”, detalló la vendedora.


En Bastidor, el precio de la mayoría de las piezas varía entre $8 a $12, excepto por algunas más costosas que requirieron cuidado especializado o son de marcas más codiciadas. Con las telas que le sobran, Aponte Maldonado suele crear paños. Aunque su tienda es en línea, espera tener un establecimiento físico, junto con explorar la confección de prendas con textiles reusables.


Marina Reyes Huertas, escribiendo para Pulso Estudiantil, entrevistó a Aponte Maldonado y recalcó que “la vergüenza de comprar ropa utilizada recae en la desinformación”. “Muchos,” continúa el escrito, “desconocen sobre los proyectos que se dedican a curar piezas de segunda mano para hacerlas apreciar como nuevas”.


Frances Ramírez Pérez, dueña de D’Occasion Boutique, recibe mensualmente más de 1,000 piezas de ropa donada, cuyos precios fluctúan entre $2.50 hasta $500. La propietaria, que maneja localidades en Caguas y Gurabo, afirmó que busca utilizar sus textiles al máximo para evitar que lleguen a los vertederos. Parte de sus iniciativas consisten en conceder telas a diseñadores para que confeccionen nuevas piezas.


Electroshock, Río Piedras (Ian M. Acevedo Colón )


“En realidad yo no coso [las telas sobrantes], pero si cualquier diseñador que quiera hacer alguna colección con piezas de la tienda [llega] a la tienda, le preeselecionamos esas telas, que básicamente era ropa dañada. Entonces reutilizamos y buscamos cómo salvar parte de las telas, los botones, los encajes –todo lo que sirva de las piezas se trata de reutilizar”, apuntó Ramirez Pérez.


Actualmente, D’Occasion Boutique cuenta con 14,000 piezas de segunda mano entre sus dos almacenes, y 2,390 piezas distribuidas entre sus dos localidades.


Reciclaje a gran escala


Los cerca de 1,000 contenedores en 67 municipios de PR Textile Recycling, por los que reciben donaciones de ropa usada para transferirla al exterior, son la herramienta principal de su operación como la única compañía de reciclaje de textiles en Puerto Rico.


“En Puerto Rico, exportamos todo”, afirmó la directora Cruz Concepción. Toda ropa recolectada suele enviarse a países de América Latina, África y a República Dominicana, donde se catalogan y gestionan, añadió.

“Aquí no se hace todo el proceso. Lo que sí se hace es que se separan los zapatos, [entre] los que sí funcionan y los que no, porque eso específicamente se va reutilizar; se exportan y otras personas los usan. Con la ropa, se determina, abriendo las bolsas, si están en buenas condiciones [y] si no están contaminadas. Por eso, siempre se dice que [las piezas] se tienen que poner secas y limpias, porque si no, pueden ser contaminantes para las otras ropas. [Después] se congrega y ahí se exporta”, explicó la coordinadora de reciclaje de la empresa, Zuheily Viera.


La empresa, sin embargo, no contabiliza las telas que procesan, puesto que solo recogen las bolsas de ropa y las exportan a compañías extranjeras. El uso que se le dará a los textiles exportados dependerá de las entidades que los reciban.Tanto la directora como la coordinadora de reciclaje de PR Textile Recycling desconocían cuáles son las compañías destinatarias de las prendas que salen del país.


Contenedor de PR Textile Recycling (Asociación de Reciclaje de Puerto Rico)


“Cada organización trabaja de manera independiente, y ellos dividen y segregan [el material] según ellos entiendan. Puede que sea para mercados de segunda mano que, en su mayoría, son para eso. El resto pueden utilizarlo como donaciones a alguna organización sin fines de lucro o llevarlo a compañías que se dediquen al reciclaje, que es la trituración de materiales y convertirlos en otra cosa”, explicó Cruz Concepción.


Puesto que la compañía tampoco posee equipo para restaurar ropa, aquella que esté deteriorada o contaminada con hongo, sangre u otros fluidos termina en los vertederos, al igual que zapatos rotos. 


“Luego de que está roto, se dañe –alguien le echa un refresco, algo con contenido de sangre o con algún tipo de contaminante–, ese tipo de textil no se puede ni tan siquiera reciclar. [...] De esos [desperdicios] siempre va a haber”, respondió Concepción en alusión a la cantidad de telas que la empresa desecha.


No obstante, la compañía ha logrado cifrar cuántas prendas han recolectado de los rellenos sanitarios en Puerto Rico. En 2021, PR Textile Recycling desvío 90 millones de libras de textiles y calzado de los vertederos en la isla, según un reportaje de El Nuevo Día. 


“Este año (2022), hemos recogido alrededor de 10 millones de libras de textiles” aclaró Cruz Concepción.


Además de las tiendas de segunda mano, organismos como Para la Naturaleza, que educan sobre la conciencia ambiental, ayudan a reducir la cantidad de textiles que terminan en los vertederos. La entidad colabora mediante un acuerdo con PR Textile Recycling para ayudar a lograr las metas de reciclaje que cada municipio debe cumplir particularmente.


“Si nosotros ponemos un contenedor en una empresa que es privada –la empresa no tiene ningún tipo de ganancia, pero un porcentaje de las ganancias [de lo recogido] se da a Para la Naturaleza, de organización a organización, para ayudarnos'', especificó Viera. Aparte de eso, la entidad no colabora con o dona mercancía a organismos, como el Salvation Army, o tiendas de segunda mano en Puerto Rico, señaló Cruz Concepción.

Local de Parádeigma, en Plaza Las Américas (Ian M. Acevedo Colón)
Aunque las tiendas de segunda mano revolucionan la opinión popular de la ropa usada, los puertorriqueños, en su mayoría, todavía practican el consumismo desproporcionado y se desprenden de las prendas ya utilizadas.


“La ropa de segunda mano tiene un mercado y gran potencial. Estamos [los comerciantes] siendo valientes en una sociedad donde no se ve tan bien las [prendas] que son de segunda mano”, relató la dueña de D’Occasion Boutique”.


Asimismo, a pesar de los esfuerzos de PR Textile Recycling, la contabilización y descripción de desperdicios textiles es escasa, puesto que la compañía es la única que trabaja con tal problemática en Puerto Rico. 


“Los datos de desperdicios textiles, nunca los he conseguido puros, por lo menos aquí en Puerto Rico. En otras partes del mundo, si está esa información y si hay muchos documentos preparados. En Puerto Rico no siento que haya eso todavía”, señaló la propietaria de Bastidor.








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